FRASES PARA SACERDOTES

"Cuando rezamos el Santo Rosario y nos unimos a María, estamos viviendo lo que es la familia porque cuando los hijos se reúnen con La Madre y juntos le oran a Dios, es la familia orando unida". DE: Marino Restrepo.
Papa Francisco a los sacerdotes que llevan "doble vida"

IGLESIA SAN NICOLÁS DE BARI DE ARRAIJÁN CELEBRA LA SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS.

Este 24 de Mayo en horas de la mañana se dieron cita fieles y religiosos a la Iglesia San Nicolás de Bari de Arraiján cabecera (Panamá Oeste) para celebrar la solemnidad de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo a los Apóstoles y a la Virgen María.

La Misa estuvo presidida por el cura párroco Jorge Estrada Rodriguez y participaron, como en otras actividades de la esta parroquia, monaguillos de iglesias vecinas. La asistencia fue masiva como bien puede observarse en el video que les dejo a continuación





Fotos









Video y fotos: Narcisa Olayvar

¿INDULGENCIAS TODAVÍA? HOY Y SIEMPRE, LOS MOTIVOS - Parte 1-


Sus profundas raíces teológicas y eclesiológicas exaltan la libre responsabilidad y la comunión en Cristo.


Por cardenal Mauro Piacenza


Las indulgencias representan una valiosa síntesis entre teología y espiritualidad, entre praxis penitencial y prontitud pastoral, entre doctrina sobre la misericordia y devoción popular. Por el vínculo estructural que tienen, y con las obras concretas que realizan, las indulgencias piden, como también el sacramento de la Reconciliación, un particular compromiso de libertad personal, indispensable siempre en la formulación y reformulación del acto de fe.

He pensado dividir mi intervención en tres diferentes pasajes: el primero, las indulgencias, tesoro de la misericordia de Dios por la Iglesia; segundo, las indulgencias, mirada sobrenatural de la Iglesia y sobre la Iglesia; y finalmente, tercero, algunos aspectos pastorales de las indulgencias.


1. Las indulgencias, tesoro de la misericordia de Dios por la Iglesia

Le queda claro a todo el mundo que la doctrina y la práctica de las indulgencias están estrictamente, más aún, indisolublemente vinculadas al sacramento de la Reconciliación y a sus efectos. Como recordó el beato Pablo VI en la Constitución ApostólicaIndulgentiarum doctrina:

“Indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en lo referente a la culpa que gana el fiel, convenientemente preparado, en ciertas y determinadas condiciones, con la ayuda de la Iglesia, que, como administradora de la redención, dispensa y aplica con plena autoridad el tesoro de los méritos de Cristo y de los santos” (ID, 2 1).

La indulgencia nos habla del tesoro de la Divina Misericordia y su sobreabundancia respecto a todo el mal posible llevado a cabo por el hombre. Resuena, a ese respecto, el encantador himno delExultet, que cantaremos al final de esta Cuaresma: “Feliz culpa que mereció tan grande Redentor”. La conciencia de la sobreabundancia del don salvífico de la Misericordia respecto a los méritos del hombre, sobretodo, a cualquier posible condición de pecado y de distancia de Dios, no es otra cosa, si se mira bien, que la concretización, a través de la encarnación del Verbo, de la fe en la absoluta trascendencia de Dios.

Explico más. La llamada a creer en la Divina Misericordia, revelada plenamente en Jesucristo, en su muerte y resurrección, y el reconocimiento de la absoluta sobreabundancia de tal misericordia son, para nosotros cristianos, parte imprescindible del reconocimiento de la trascendencia de Dios, de su absoluta alteridad respecto a cualquier experiencia que se pueda tener de Él.

Creemos en Dios, en Dios Padre, en su absoluta trascendencia, precisamente en la medida en que creemos en la real posibilidad que nos ha sido ofrecida de su misericordia y en la sobreabundancia de tal misericordia respecto a nosotros.

Siempre es oportuno, a tal propósito, recordar cómo el misterio al revelarse no deja de ser misterio y se revela a nosotros en su naturaleza de misterio: no es casualidad si las palabras fundamentales para aludir a Dios son estructuralmente términos “negativos”: in-finito, inmenso, omnipotente, omnisciente, etc…esto nos dice que cada experiencia posible del misterio, incluso como misericordia, lleva consigo la llamada al reconocimiento humilde y real de una sobreabundancia, que, lejos de aplastar o limitar la libertad de los hombres, constituye el verdadero horizonte de vida y el auténtico objetivo motivacional.

Podemos decir que, si Dios es bondad suprema, no es, sin embargo, la bondad como nosotros la conocemos y experimentamos; si Dios es justicia, no es la justicia como la conocemos; Dios es amor, pero no el amor que experimentamos.

Lo mismo vale para el gran misterio de la misericordia: Dios es misericordia, pero no es la misericordia, aunque importantísima, que nosotros experimentamos. Él se manifiesta en ella, nos da un pálido aroma de su ser en cualquier auténtica experiencia de misericordia que podamos vivir, pero es más grande, es siempre “más” que cualquier experiencia humana concreta.

En este amplio horizonte, en el que reconocemos la absoluta trascendencia del misterio y la libre voluntad de manifestarse a los hombres, para su salvación, como misericordia, sobretodo en el evento histórico-salvífico de la muerte y resurrección de Jesús, debe ser colocada la doctrina sobre las indulgencias.

El tesoro de la misericordia es inagotable, sus límites no se pueden trazar por la pobre inteligencia humana. Como, para todos los sacramentos, el Señor Jesús, habiéndolos directa o indirectamente instituido, ha confiado a la Iglesia la tarea de establecerles una forma –y a través de los siglos la forma de los sacramentos ha cambiado, permaneciendo intacta su esencia– de este modo, el administrador del tesoro de la misericordia está completamente encomendado a la autoridad de la Iglesia, que piadosamente lo custodia, sabiamente lo administra y generosamente lo dona.

La clave para comprender el tesoro de las indulgencias, es la distinción teológica entre culpa y pena. Sabemos bien cómo la culpa es perdonada por la reconciliación sacramental, mientras que la pena temporal por los pecados cometidos permanece y requiere el don ulterior de la indulgencia para ser perdonada.

¿Cómo leer e interpretar en la época actual de la postmodernidad, esta distinción entre culpa y pena que, con una mirada superficial, podría aparecer con sabor medieval?

El tesoro de las indulgencias permanece incomprensible a la mente que se autolimita sólo al horizonte inmanente de la existencia y que excluye a priori la inmortalidad del alma, y a cualquier forma de relación con el misterio sucesivo a la muerte.

En breves palabras, las indulgencias son incomprensibles para el hombre secularizado e, incluso para aquellos cristianos que, en nombre de la desmitificación del cristianismo, lo han reducido a una doctrina ética, útil sólo a los estados modernos para conservar su poder.

La indulgencia es, en cambio, un himno a la libertad, un reconocimiento en profundidad de la dignidad del hombre que, precisamente porque es racional, libre y capaz de amar, debe ser siempre considerado usualmente responsable de sus propios actos.

La distinción entre pena temporal y culpa debe ser preservada para poder, a través de ella, preservar, por un lado, la auténtica libertad del hombre y, por el otro, la historicidad y, por lo tanto, el valor temporal, de los actos que éste realiza.

Sabemos que el juicio universal no será un golpe de esponja sobre la historia y la persistencia de la pena temporal, incluso después de la absolución sacramental de la culpa, vuelve a todo hombre conciente de las consecuencias de los propios actos, le indica el deber responsable de la reparación y, lo más importante, lo llama a la participación de la obra redentora de Cristo, para sí y para los hermanos.

Preservando el tesoro de las indulgencias, se preserva la trascendencia de Dios, a través del reconocimiento humilde de la sobreabundancia de su misericordia; se preserva la dignidad del hombre, que siempre debe ser considerado capaz de elegir libremente y, por lo tanto, responsable de los propios actos; se preserva la verdad de la historia, en la que los actos son realizados y que, por su naturaleza, en su objetividad factual, se priva de cualquier manipulación; y, finalmente, se preserva la llamada de la criatura a volverse, cada vez más perfecta y concientemente partícipe de la obra de su creador: obra redentora y de “nueva creación”.

-Continuará-


FUENTE: aleteia.org


LA REALIDAD DE LOS SACERDOTES EN ZONAS DE CONFLICTO

Extremistas musulmanes secuestran a sacerdote católico en Siria

Extremistas musulmanes secuestraron al sacerdote Jacques Mourad, Prior del Monasterio de Mar Elian, en Qaryatayn (Siria central), a unos cien kilómetros al suroeste de Palmira, la ciudad tomada el miércoles por el Estado Islámico (ISIS).

La noticia fue dada a conocer por el sitio web “Los amigos de Mar Moussa” y confirmada por la Arquidiócesis siro-católica de Homs que ha pedido a los fieles rezar al Señor por la liberación del sacerdote.

El P. Nawras Sammour, director del Servicio Jesuita para los Refugiados en Medio Oriente, dijo a Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) que “solo se sabe que (el sacerdote) fue llevado por cuatro hombres, seguramente pertenecientes a un grupo yihadista”. El P. Mourad estaba con sus colaboradores cuando dos motos detuvieron su auto y se llevaron al jesuita.

Según algunas fuentes, junto al P. Jacques habría sido secuestrado también el diácono Boutros Hanna, pero esto no ha sido confirmado por la arquidiócesis.


Su último contacto

Según informó “Los amigos de Mar Moussa”, el sacerdote envió un último correo electrónico el jueves al mediodía, expresando su preocupación por el avance de los yihadistas.

“Estamos viviendo un momento difícil, hay mucha tensión porque los extremistas que se hacen llamar ISIS se acercan a nuestra ciudad después de haber tomado Palmira…hoy estamos, mañana no se sabe…la vida se vuelve complicada…recen por nosotros”, escribió el P. Mourad, que durante doce años ha guiado la parroquia siro-católica local.

En ese sentido, el P. Sammour recordó que en su último encuentro hace dos meses, el P. Mourad expresó su gran preocupación “por la presencia de los fundamentalistas en Qaryatayn”.

Sin embargo, a pesar del peligro el sacerdote decidió no abandonar a los fieles ni a los muchos refugiados que eran acogidos en el monasterio. Incluso en el pasado negoció con el frente islamista al-Nusra para liberar algunos secuestrados.

“Cuando le pregunté si deseaba irse, me respondió que solo lo haría si era forzado, mientras se quedaba con su pueblo”. El P. Mourad había recibido en los últimos días a muchas personas que huían de Palmira. “Siempre ha ayudado a los sirios y acogido a muchísimos musulmanes en el monasterio de Santa Elia”, recordó el P. Sammour.

Según informó Avvenire, el secuestro del sacerdote es interpretado como una señal de la voluntad del ISIS de conquistar la ciudad de Homs, capital de esta región de Siria y que está a unos 50 kilómetros al noroeste de Qaryatayn.

Este temor fue expresado por el P. Jacques hace unos días. Fuentes locales citadas por la agencia vaticana Fides creen que detrás del secuestro están los grupos salafistas presentes en la zona y que se sienten reforzados por los recientes avances militares de al-Nusra y del ISIS.

Según se informó, el P. Mourad es de la misma comunidad del P. Paolo Dall'Oglio, secuestrado el 29 de julio de 2013 mientras se encontraba en Raqqa, en el norte de Siria, y considerada capital del califato del ISIS.

El P. Sammour recordó que a estos secuestros se suman los dos obispos de Aleppo, Mons.Yohanna Ibrahim y Mons. Bulos Yazigi. Además están los asesinatos del P. François Mourad el 23 de junio de 2013 y del P. Frans Van Der Lugt el 7 de abril del 2014.

“Nosotros los sacerdotes somos conscientes de los riesgos que corremos, pero no podemos dejar de estar junto a los sirios, sean cristianos o musulmanes. En muchos casos somos el único punto de referencia”, expresó el director del Servicio Jesuita para los Refugiados en Medio Oriente.


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Cardenal Sandri: unidos en oración con el padre Jacques Mourad y los cristianos perseguidos


El prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales afirma que la noticia del secuestro en Siria del sacerdote siro-católico desata preocupación y dolor.

El cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, se une a la oración y a la súplica al Señor por los cristianos perseguidos en la Jornada convocada por la Conferencia Episcopal Italiana con esta intención.

En un comunicado publicado este sábado, 23 de mayo, por el dicasterio, se indica que “la noticia del secuestro en Siria del padre Jacques Mourad, sacerdote siro-católico, prior de la comunidad de Mar Elian --que se une a otros obispos, sacerdotes y laicos en las mismas condiciones-- así como la extensión de la violencia y de los conflictos en la zona, desatan viva preocupación y dolor”.

De este modo, el prefecto pide al Espíritu Santo que guie a “toda la verdad” que nos hace libres, “consuele a quien está desesperado y llora”, “toque los corazones cegados de quien desfigura la propia dignidad y la de otros cometiendo violencia y sembrando el terror”, “convierta a quien actúa solo por interés y por la búsqueda de un beneficio y dañan siempre a los pequeños y pobres”, “ilumine a aquellos que están llamados a tomar decisiones para detener toda guerra”.

Para finalizar el mensaje, el cardenal Sandri pide al Paráclito que nos haga estar seguros de cuanto dijo el papa Francisco en el ángelus del pasado 1 de marzo, “el camino de Jesús siempre nos lleva a la felicidad. No nos olvidemos: el camino de Jesús siempre nos lleva a la felicidad, habrá en medio una cruz o las pruebas, pero al final nos lleva siempre a la felicidad. Jesús no nos engaña. Nos prometió la felicidad y nos la dará si seguimos su camino”; así como las del padre Jacques Mourad: “damos gracias a Dios que es Único y cualquier cosa que podamos tener es una gracia de Dios, Dios es Único y nos basta”.


FUENTES DE NOTAS: aciprensa.com, zenit.org

GESTO SOLIDARIO DE UN NIÑO

Tiene 5 años, dio comida a un indigente pero lo que hizo después conmueve a miles.



Josiah Duncan solo tiene 5 años de edad, vive en Alabama y hace unos días tuvo un gesto solidario con un indigente que ha conmovido a miles en las redes sociales. No le bastó con darle comida en un restaurante sino que hizo rezar a todos los presentes para agradecer a Dios por todas sus bendiciones.

El niño estaba en un restaurante con su madre y vio a un hombre que lucía hambriento. Su madre le explicó que era un indigente, algo que Josiah no entendió. "Bueno, significa que no tiene casa", le explicó su madre Ava Faulk.

Según informa CNN, el episodio ocurrió en un restaurante de la cadena Waffle House en Prattville, Alabama. Josiah estaba muy preocupado por el hombre hambriento, así que pidió a su madre que le comprara algo de cenar.

"Entró y se sentó; nadie lo atendió en realidad", contó Faulk a WSFA. "Josiah saltó y le preguntó si necesitaba un menú, porque no puedes pedir comida sin uno".

Aunque al principio el hombre pidió una hamburguesa barata, le dijeron que pidiera lo que quisiera. "¿Puedo pedir tocino?", preguntó. Faulk respondió: "Le dije que pidiera todo el tocino que quisiera".

En ese momento, Josiah hizo llorar a todo el restaurante. "quiero bendecir la mesa con él", dijo.

El niño cantó esta oración: "Dios, Padre nuestro; Dios, Padre nuestro, te agradecemos, te agradecemos nuestras muchas bendiciones, nuestras muchas bendiciones, amén, amén". "El hombre lloró. Yo lloré. Todos lloraron", cuenta la madre.

El hombre se marchó poco después y Faulk dice que lo que ocurrió ese día lo recordará siempre: "ver que mi hijo conmovió a las 11 personas que estábamos en el Waffle House esa noche será siempre uno de los mayores logros que podré atestiguar como madre", dijo.

ENTREVISTA EN OCASIÓN DE LA BEATIFICACIÓN DE MONSEÑOR OSCAR A. ROMERO

«Monseñor Romero fue asesinado por decir en una homilía que una ley inmoral no hay que cumplirla»


Este sábado 23 de mayo el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, beatificó en la Plaza del Salvador del Mundo de San Salvador al que fuera arzobispo de la diócesis, Óscar Arnulfo Romero, asesinado el 24 de marzo de 1980 cuando tenía 62 años y había alcanzado celebridad mundial con sus denuncias contra el régimen salvadoreño.



Con ese motivo, el historiador y periodista Santiago Mata ha escrito una importante biografía de monseñor Romero: Monseñor Óscar Romero. Pasión por la Iglesia(Palabra), una extensa y amena obra que explica a la perfección las complejidades del personaje y de la situación social y política en la que le tocó vivir y morir. Monseñor Romero será beatificado como mártir, es decir, muerto in odium fidei [en odio a la fe]. 


-¿No hubo en su asesinato razones políticas?

-El odio a la fe no excluye otras motivaciones que pueda haber y que de hecho hay. Por ejemplo, San Maximiliano Kolbe murió voluntariamente en sustitución de otra persona, y esta otra persona había sido condenada con otras aleatoriamente a muerte como castigo por la fuga de un preso, y eso no es un motivo de odio a la fe. Pero si no fuera por el odio que los nazis tenían a la fe y a los que la representaban, Kolbe no habría sido enviado a un campo de concentración, y por tanto el odio a la fe es un motivo necesario en su muerte.

-¿Y en el caso de Romero?

-Romero fue asesinado a raíz de una homilía en la que predicó: “Ante una orden de matar que dé un hombre, debe de prevalecer la Ley de Dios que dice: no matar... Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios... Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla... Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado”.


-¿Cómo fueron entendidas esas palabras?

-Una persona para la cual decir eso convierte a alguien en reo de muerte, y que de hecho lo ejecuta, es alguien que rechaza (odia, en el sentido en que, según San Agustín, el pecado es odio a Dios) la Ley de Dios y prefiere el pecado. 

-¿Hubo debate durante el proceso sobre la cuestión del martirio?

-Aunque yo no he participado en el proceso ni las discusiones de sus teólogos se hayan hecho públicas, entiendo que la clave está en mostrar que en el hecho de su muerte el motivo de rechazo a la fe (o la moral) católica esté claro, y aquí me parece que lo está.


-¿Cuál fue la relación de monseñor Romero con la teología de la liberación?

-Romero fue un místico que predicaba el Amor a Dios, y en este sentido siempre precisaba que hablaba de liberarse del pecado, y no de una opresión temporal. Pero por si acaso, además de esta precisión, casi siempre añadía que él, cuando hablaba de liberación, lo hacía en el sentido en que habían hablado el papa Pablo VI, o los obispos reunidos en el Vaticano II o en Medellín, o en Puebla, o como hablaba el cardenal argentino Pironio. Quería evitar que se entiendiera que hablar de liberación significaba tomar partido por unos, los oprimidos, que serían los buenos, y atacar a los opresores malos. Él dejaba claro que el pecado acecha a todos.


-¿Documenta usted en su libro esa predicación?

-Está muy claro esto, por ejemplo, en una homilía que predicó el 16 de julio de 1977: “Hay muchos injustos en esta hora y hay muchos atropellos a la dignidad humana, y hay muchas injusticias con el pobre y el pobre también las comete contra el rico, hay muchas situaciones de pecado. Así lo dijeron los obispos autorizados por el Papa reunidos en Medellín: en América Latina hay una situación de pecado, hay una injusticia que se hace casi ambiente y es necesario que los cristianos trabajen por transformar esta situación de pecado. El cristiano no debe tolerar que el enemigo de Dios, el pecado, reine en el mundo. El cristiano tiene que trabajar para que el pecado sea marginado y el Reino de Dios se implante. Luchar por esto no es comunismo. Luchar por esto no es meterse en política”.



-¿Cuál fue su relación con el Opus Dei?

-Desde fines de los años 50, cuando los primeros sacerdotes del Opus Dei llegaron a El Salvador y comenzaron a viajar a la ciudad donde Romero vivía (San Miguel), él participó en los retiros que ofrecían para la formación sacerdotal. Y así continuó hasta el día de su muerte, cuando asistió por la mañana a una reunión con sacerdotes para comentar un documento de Juan Pablo II.


-¿Conoció al fundador de la Obra?

-A San Josemaría pudo conocerlo en 1970, y como muestra de aprecio, cuando el fundador del Opus Dei murió en 1975, Romero escribió una carta a Pablo VI pidiendo que se abriera su proceso de beatificación.


-Sin embargo, Romero fue alguna vez crítico con el Opus...

-Siendo ya arzobispo de San Salvador, a fines de 1978 mencionó en una homilía el medio siglo que cumplía el Opus Dei, para felicitar a sus miembros, y en 1979 acusó recibo en otra homilía de una afectuosa carta de adhesión que le enviaba el entonces presidente general y hoy beato Álvaro del Portillo. Si alguna vez hizo críticas no era al espíritu del Opus Dei, que le parecía providencial, sino a personas que, debiendo seguir ese espíritu, no lo hacían.


-¿Lo hizo públicamente?

-Así sucedió en la homilía del 1 de julio de 1979, al recordar el cuarto aniversario de la muerte de Escrivá, con estas palabras: “El espíritu del Opus Dei, que muchos miembros no lo practican, yo creo que lo encontramos en el capítulo cuarto de la Constitución sobre la Iglesia [del Vaticano II, n.n.], todo ese capítulo del laico. Es un ejército ya de miembros del Opus Dei, pero dirigentes de ellos me han confesado que muchos no lo entienden bien y se fanatizan, pero si vivieran de verdad ese capítulo cuarto, que es precisamente la espiritualidad del Opus Dei, ´el laico en el mundo´, contaríamos con muchos cristianos que desde su profesión y su santidad están haciendo mucho bien”.


-¿Cómo percibía monseñor Romero el peligro del comunismo? 

-Romero previno en numerosas ocasiones sobre el comunismo, sobre todo a raíz de los sucesos de 1954 en Guatemala, refiriéndose a los cuales escribía el 16 de julio de ese año: “Es imposible un nuevo orden sin la justicia y la caridad de Cristo: se destruirán ciertas injusticias, pero se entronizarán otras peores”. Sin embargo, en El Salvador, por entonces, el comunismo tenía poca fuerza, y a Romero le preocupaba más denunciar a la masonería.


-Es llamativo...

-Lo hizo el 31 de mayo de 1961, al publicar en el mismo semanario de la diócesis de San Miguel: “¿No es una vergüenza para nuestra libertad democrática tener leyes de evidente cuño masónico para regir un pueblo que se llama católico?”. Es cierto que, con el paso del tiempo, el comunismo se hizo fuerte en la Universidad de El Salvador, y Romero fue de los que pidieron abiertamente al gobierno la destitución del rector, y que permitiera abrir una universidad católica, en 1965.


-¿Cambió su forma de ver las cosas el triunfo sandinista?

-Romero no solía comentar públicamente la situación de otros países, pues bastantes problemas tenían en el suyo. Sobre Nicaragua (que no tiene frontera terrestre con El Salvador) habló el domingo siguiente a la caída de Somoza, y tras mostrar alegría por “el inicio de su liberación” se mostró seguramente más prudente que muchos de los no-comunistas que luchaban en el bando sandinista, al manifestar en la misma frase su preocupación “para que ese alborear de libertad no vaya a ser una frustración”. 


-¿Pero no veía un peligro similar en El Salvador?

-De forma genérica, unía El Salvador y Nicaragua en una comparación diciendo que le daban ambos pena por parecer “como un rebaño sin pastor” y pedía en consecuencia “que tanto Nicaragua como nuestro país y todos los países del mundo que se encuentran en problemas, en momentos críticos, miren hacia el Buen Pastor, el Pastor-Rey”.


-¿Qué diferencias había entre la situación en ambos países?

-Por encima de esa comparación genérica, la situación en El Salvador era mucho más complicada, ya que no era la dictadura de una familia, sino de una oligarquía económica que permanecía en el anonimato, mientras la vida social la controlaban unos militares bien organizados y muy despiadados. El triunfo sandinista en Nicaragua no daba más posibilidades de triunfo a los revolucionarios salvadoreños, al contrario: primero, porque creaba la ilusión de poder vencer a un régimen y ejército mucho más sólidos, y segundo porque Carter, que no era propenso a ayudar a las dictaduras militares, sería sustituido por Reagan, que sí prometió apoyar a los militares salvadoreños.


-Eso fue después...

-Para entonces Romero ya estaba muerto y además él no hacía cálculos políticos. Desde el principio reconoció que los revolucionarios había desatado la represión, insistiendo en que esta, por indiscriminada e injusta, debía terminar, y en que eso era la condición para cualquier cambio político y desde luego para evitar la guerra civil. 


-Entonces, ¿ve usted una continuidad en su predicación?

-Hay una continuidad entre lo que escribió siendo obispo auxiliar de San Salvador, el 26 de septiembre de 1971 en un editorial del semanario de la Conferencia Episcopal (“es de lamentar que a la violencia de abajo se haya respondido con la violencia de la represión, haciendo pagar a justos por pecadores”) y el grito de su última homilía dominical, el 23 de marzo de 1980: “Queremos que el Gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión!”.


-¿Cómo fue su formación? ¿Cuál era su espiritualidad?

-Su formación fue tradicional, jesuitica en el seminario de San Salvador y en la Universidad Gregoriana de Roma (1937-1942), vacunada contra el modernismo y voluntariamente centrada en la teología espiritual. Tenía particular devoción al Sagrado Corazón y, por supuesto, a la Virgen. Era hombre mortificado, de cilicio y disciplinas, modesto y hasta tímido de carácter, y austero. De natural conciliador, para él fue muy doloroso ver la división entre los llamados progresistas y conservadores después del Vaticano II. Se esforzó por estudiar, comprender y difundir la doctrina del Concilio y de los papas Pablo VI y Juan Pablo II.


-¿Cómo se le veía en Roma?

-Seguramente lo que más le dolió fue que otros obispos enviaran calumnias sobre él al Papa. Aunque también en Roma sufrió incomprensiones, la fe en el Papa era otro elemento esencial de su espiritualidad, y no le defraudó, como escribía en 1977: “Roma es hogar para el que tiene fe y tiene sentido de Iglesia. Roma es la patria de todos los cristianos. Ahí está el Papa que es verdadero Padre de todos. Lo he sentido tan cerca; voy tan agradecido con él que el corazón, la fe, el espíritu siguen alimentándose de esta roca, donde la unidad de la Iglesia se siente tan palpable”.


-¿Tuvo conciencia de que podía ser asesinado?

-La tuvo no solo él, sino también el Vaticano, que le llegó a ofrecer que se refugiara allí, pero él contestó que si la gente del pueblo no podía librarse de las arbitrariedades, él tampoco quería protección.


-¿Qué significa hoy su beatificación?

-Como todo mártir, nos habla de fortaleza ante la adversidad, de unir nuestro sufrimiento al de Cristo. En la lucha contra el pecado, en esa lucha liberadora que él predicaba, hay que sufrir, o si no es que no se está luchando. Siendo el primer obispo mártir de América, entiendo que habla también a los obispos de valentía, de no dejarse engañar por el quedar bien o por el querer contentar a todos.


-¿Qué frutos tuvo su muerte?

-Un mensaje de reconciliación muy necesario para El Salvador, que en la guerra de 1981 a 1992 vio morir violentamente a más de 70.000 personas.


-Hoy todo es muy distinto...

-La situación política centroamericana ha cambiado mucho y ya no hay allí dictaduras. Pero El Salvador, por ejemplo, ha frenado su crecimiento, hasta el punto de que durante la guerra Honduras le pasó en volumen de población, ahora le está pasando Nicaragua y al ritmo que va hasta Costa Rica tendrá más población que El Salvador. Es solo un dato para resaltar que la crisis continúa, y que hacen falta modelos de vida para comprender, por ejemplo, que no vale la pena matarse por sistemas políticos que el tiempo hace caducar rápidamente.


-Y él ¿por qué murió él?

-Para mostrar que el Amor, esa civilización del Amor que siguiendo a Pablo VI le gustaba predicar a Romero (también a Juan Pablo II), puede curar todas esas heridas. No en vano el lema de la beatificación es: Romero, mártir por Amor. ¡Pues que cunda el ejemplo!


FUENTE: religionenlibertad.com 


MIL MÁXIMAS DE DON BOSCO - ENTREGA 10 -


MIL MÁXIMAS DE DON BOSCO



OBRAS BUENAS

646 Al fin de la vida se recogen los frutos de las buenas obras. (IX, 807).

647 No es necesario saber el momento de la muerte para ir al Paraíso; pero sí es preciso prepararse con buenas obras. (VI, 120).

648 El dinero no puede satisfacer el corazón del hombre, sino el buen uso que de él se hace, es esto lo que produce la verdadera satisfacción. (I, 129).

649 En todas las obras buenas, el demonio siempre suscita dificultades. (VIII, 368).

650 Es Dios quien hace las obras buenas, y nosotros tenemos que rogarle que tenga la bondad de servirse de nosotros en sus santas empresas. (X, 1080).

651 En las obras de Dios hay que considerar si son necesarias o no. Si no son necesarias, no conviene emprenderlas; pero si son indispensables, hay que hacerlas sin preocuparnos por el éxito. Los medios materiales, Dios los ha prometido y Él mantiene su palabra. (X, 1339).

652 Antes de emprender una obra, hay que tener en cuenta si es la voluntad de Dios que se haga. Teniendo la certeza, hay que ir adelante; encontraremos miles de dificultades en el camino, pero no importa; Dios lo quiere, seamos firmes en vencer cualquier obstáculo. (XI, 54).

653 Solamente las buenas obras son las riquezas verdaderas que nos aseguran un puesto en el cielo. (XII, 328).

654 Hablando de la conveniencia de hacer publicidad a las buenas obras, yo diría lo siguiente: el mejor medio para darlas a conocer, es sostenerlas. (XIII, 126-7).

655 Los cristianos si son inteligentes llevarán sus riquezas terrenas a la eternidad mediante sus obras buenas. (XVII, 70).

656 Las buenas obras que puedes hacer, hazlas ahora tú personalmente, sin compromiso para nadie en el futuro. (XV, 604).


OFICIO

657 El fin que se propone la Congregación Salesiana con sus escuelas-talleres, es educar y formar a sus alumnos de modo que, al salir de nuestras casas, después de haber terminado su aprendizaje, sepan un oficio con que ganarse honradamente el pan, estén bien instruidos en la religión y posean los conocimientos científicos convenientes a su condición. (BAC. 29).

658 Nuestros aprendices comprendan que son amados y estimados por sus superiores; esto se obtiene con el espíritu de verdadera caridad que recomienda el Santo Evangelio. (BAC. 29).

659 El secreto para hacer mucho bien en poco tiempo, consiste en esto: tranquilidad constante, pericia en los quehaceres adquirida con paciencia, una absoluta confianza en Dios; ocupar exacta y constantemente el tiempo y practicar la templanza. (IV, 524).

660 Si quieres hacer mucho, trabaja poco, esto es, nunca más de lo que tus fuerzas naturales te permiten. (XIII, 878).


OPTIMISMO

661 Así como no hay terreno tan ingrato y estéril, que mediante larga paciencia no dé finalmente rendimiento, así sucede también en el hombre, que es un terreno espiritual, por muy estéril y 35
resistente que sea, tarde o temprano tendrá sentimientos nobles, que redundarán en obras de virtud. 

Todo joven por muy desgraciado que sea, tiene un lado accesible para el bien y el primer deber del educador es, hallar ese punto, ésta cuerda sensible del corazón para sacar frutos. (V, 367).

662 Sembremos y luego imitemos al campesino que espera con paciencia el tiempo de la cosecha. (XIV, 514).

663 Pongamos toda nuestra confianza en Dios y sigamos adelante sin temor. (XV, 468).

664 El joven desea estar convencido, que el superior tiene confianza en su enmienda. (XVI, 444).
665 Al recoger rosas encontraremos espinas; pero con las espinas van siempre las rosas. (XVII, 131).5


ORACIÓN

666 La oración es para el sacerdote como el agua para el pez, el aire para el pájaro, y la fuente para el ciervo. (III, 246).

667 La oración es tan necesaria para los que se consagran a Dios, como el fusil para el soldado. (III, 613).

668 El hombre que no reza, es un hombre perdido. (IX, 997).

669 La oración es para el alma como el calor para el cuerpo. (IX, 997).

670 La oración vocal, si no se acompaña con la mental, es como un cuerpo sin alma. (IX, 997).

671 Las jaculatorias tienen el valor de la oración vocal y mental. (IX, 997).

672 Con la oración se obtiene todo lo que es necesario para nuestra salvación. (XIV, 86).

PACIENCIA

673 Con paciencia disminuirás el número de tus enemigos y aumentarás el de tus amigos, haciéndolos también amigos de Jesucristo. (V, 512).

674 Sin paciencia nunca podremos llegar a ser santos. (XII, 606).

675 Trabajad, pero siempre con la dulzura de San Francisco de Sales, y con la paciencia de Job. (XV, 680).

676 Tú, como Director, debes ser modelo de paciencia con los hermanos que están bajo tus cuidados. (XVII, 266).

677 Una hora de paciencia vale más que un día de ayuno

678 La fuerza del sacerdote consiste en la paciencia y en el perdón. (IV, 628).

679 Hay que tener la paciencia como compañera inseparable. (XII, 455).

680 Impacientándose..., no se obtiene que la obra se realice y mucho menos si corregimos con cólera. (XII, 456).

681 La paciencia es absolutamente necesaria para vencer al mundo y asegurar la victoria para ganar el paraíso. (XV, 608).

682 Lo que santifica no es el sufrimiento, sino la paciencia. (XVIII, 129).


PAPA

683 Quien quiera pasar por buen católico, debe cuidarse de los que hablan mal de la religión, de sus Ministros y especialmente del Papa. Es mal hijo quien critica a su padre. (III, 607). 36

684 Estad íntimamente persuadidos de esta gran verdad: donde se encuentra el Sucesor de San Pedro, ahí está la verdaderaIglesia de Cristo. Nadie puede ser verdadero católico sin
estar unido al Papa. (IV, 226).

685 Nuestros Pastores y especialmente los Obispos nos unen al Papa y el Papa nos une a Dios. (IV, 536).

686 La verdadera religión de Cristo Jesús se encuentra únicamente en la Iglesia Católica; nadie puede ser un buen católico sin el Papa.

Quien no tiene a la Iglesia por Madre, no puede tener a Dios por Padre. (V, 253).

687 Cualquier sacrificio es poco, si se trata de defender la Iglesia y el Papado. (V, 577).

688 Un deseo del papa, para mí es una orden. (V, 874).

689 En asunto de Religión, estaré siempre con el Papa, y con el papa pienso quedarme como buen católico hasta la muerte. (VI, 679).

690 Es de importancia fundamental para nuestra Sociedad, sostener la autoridad del papa. (VII, 622).

691 Quien está unido al papa permanece unido a Jesucristo, y quien rompe ese lazo, naufraga en el mar borrascoso del error y se pierde miserablemente. (VIII, 567).

692 Nuestra fe para ser viva y fructífera debe estar siempre iluminada por el Vicario de Jesucristo. (IX, 228).

693 El Papa constituye el fundamento y la unión de toda la verdad religiosa y de él depende la
salvación del mundo. (XII, 641).

694 Siempre debemos profesar a la cabeza suprema de la Iglesia la más profunda gratitud y la más respetuosa veneración. (XV, 426).


SOLEMNIDAD DEL PENTECOSTÉS


Especial

Inicio de la Iglesia Católica, fiesta que se celebra 50 días después de la Pascua, 24 de mayo de 2015




Origen de la fiesta

Los judíos celebraban una fiesta para dar gracias por las cosechas, 50 días después de la pascua. De ahí viene el nombre de Pentecostés. Luego, el sentido de la celebración cambió por el dar gracias por la Ley entregada a Moisés.

En esta fiesta recordaban el día en que Moisés subió al Monte Sinaí y recibió las tablas de la Ley y le enseñó al pueblo de Israel lo que Dios quería de ellos. Celebraban así, la alianza del Antiguo Testamento que el pueblo estableció con Dios: ellos se comprometieron a vivir según sus mandamientos y Dios se comprometió a estar con ellos siempre.

La gente venía de muchos lugares al Templo de Jerusalén, a celebrar la fiesta de Pentecostés.

En el marco de esta fiesta judía es donde surge nuestra fiesta cristiana de Pentecostés.


La Promesa del Espíritu Santo

Durante la Última Cena, Jesús les promete a sus apóstoles: “Mi Padre os dará otro Abogado, que estará con vosotros para siempre: el espíritu de Verdad” (San Juan 14, 16-17).

Más adelante les dice: “Les he dicho estas cosas mientras estoy con ustedes; pero el Abogado, El Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, ése les enseñará todo y traerá a la memoria todo lo que yo les he dicho.” (San Juan 14, 25-26).

Al terminar la cena, les vuelve a hacer la misma promesa: “Les conviene que yo me vaya, pues al irme vendrá el Abogado,... muchas cosas tengo todavía que decirles, pero no se las diré ahora. Cuando venga Aquél, el Espíritu de Verdad, os guiará hasta la verdad completa,... y os comunicará las cosas que están por venir” (San Juan 16, 7-14).

En el calendario del Año Litúrgico, después de la fiesta de la Ascensión, a los cincuenta días de la Resurrección de Jesús, celebramos la fiesta de Pentecostés.


Explicación de la fiesta:

Después de la Ascensión de Jesús, se encontraban reunidos los apóstoles con la Madre de Jesús. Era el día de la fiesta de Pentecostés. Tenían miedo de salir a predicar. Repentinamente, se escuchó un fuerte viento y pequeñas lenguas de fuego se posaron sobre cada uno de ellos.

Quedaron llenos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas desconocidas.

En esos días, había muchos extranjeros y visitantes en Jerusalén, que venían de todas partes del mundo a celebrar la fiesta de Pentecostés judía. Cada uno oía hablar a los apóstoles en su propio idioma y entendían a la perfección lo que ellos hablaban.

Todos ellos, desde ese día, ya no tuvieron miedo y salieron a predicar a todo el mundo las enseñanzas de Jesús. El Espíritu Santo les dio fuerzas para la gran misión que tenían que cumplir: Llevar la palabra de Jesús a todas las naciones, y bautizar a todos los hombres en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Es este día cuando comenzó a existir la Iglesia como tal.


¿Quién es el Espírtu Santo?

El Espíritu Santo es Dios, es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia nos enseña que el Espíritu Santo es el amor que existe entre el Padre y el Hijo. Este amor es tan grande y tan perfecto que forma una tercera persona. El Espíritu Santo llena nuestras almas en el Bautismo y después, de manera perfecta, en la Confirmación. Con el amor divino de Dios dentro de nosotros, somos capaces de amar a Dios y al prójimo. El Espíritu Santo nos ayuda a cumplir nuestro compromiso de vida con Jesús.


Señales del Espíritu Santo:

El viento, el fuego, la paloma.

Estos símbolos nos revelan los poderes que el Espíritu Santo nos da: El viento es una fuerza invisible pero real. Así es el Espíritu Santo. El fuego es un elemento que limpia. Por ejemplo, se prende fuego al terreno para quitarle las malas hierbas y poder sembrar buenas semillas. En los laboratorios médicos para purificar a los instrumentos se les prende fuego.

El Espíritu Santo es una fuerza invisible y poderosa que habita en nosotros y nos purifica de nuestro egoísmo para dejar paso al amor.


Nombres del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo ha recibido varios nombres a lo largo del nuevo Testamento: el Espíritu de verdad, el Abogado, el Paráclito, el Consolador, el Santificador.


Misión del Espíritu Santo:

El Espíritu Santo es santificador: Para que el Espíritu Santo logre cumplir con su función, necesitamos entregarnos totalmente a Él y dejarnos conducir dócilmente por sus inspiraciones para que pueda perfeccionarnos y crecer todos los días en la santidad.

El Espíritu Santo mora en nosotros: En San Juan 14, 16, encontramos la siguiente frase: “Yo rogaré al Padre y les dará otro abogado que estará con ustedes para siempre”. También, en I Corintios 3. 16 dice: “¿No saben que son templo de Dios y que el Espíritu Santo habita en ustedes?”. Es por esta razón que debemos respetar nuestro cuerpo y nuestra alma. Está en nosotros para obrar porque es “dador de vida” y es el amor. Esta aceptación está condicionada a nuestra aceptación y libre colaboración. Si nos entregamos a su acción amorosa y santificadora, hará maravillas en nosotros.

El Espíritu Santo ora en nosotros: Necesitamos de un gran silencio interior y de una profunda pobreza espiritual para pedir que ore en nosotros el Espíritu Santo. Dejar que Dios ore en nosotros siendo dóciles al Espíritu. Dios interviene para bien de los que le aman.

El Espíritu Santo nos lleva a la verdad plena, nos fortalece para que podamos ser testigos del Señor, nos muestra la maravillosa riqueza del mensaje cristiano, nos llena de amor, de paz, de gozo, de fe y de creciente esperanza.


El Espíritu Santo y la Iglesia:

Desde la fundación de la Iglesia el día de Pentecostés, el Espíritu Santo es quien la construye, anima y santifica, le da vida y unidad y la enriquece con sus dones.

El Espíritu Santo sigue trabajando en la Iglesia de muchas maneras distintas, inspirando, motivando e impulsando a los cristianos, en forma individual o como Iglesia entera, al proclamar la Buena Nueva de Jesús.

Por ejemplo, puede inspirar al Papa a dar un mensaje importante a la humanidad; inspirar al obispo de una diócesis para promover un apostolado; etc.

El Espíritu Santo asiste especialmente al representante de Cristo en la Tierra, el Papa, para que guíe rectamente a la Iglesia y cumpla su labor de pastor del rebaño de Jesucristo.

El Espíritu Santo construye, santifica y da vida y unidad a la Iglesia.

El Espíritu Santo tiene el poder de animarnos y santificarnos y lograr en nosotros actos que, por nosotros, no realizaríamos. Esto lo hace a través de sus siete dones.


Los siete dones del Espíritu Santo: 

Estos dones son regalos de Dios y sólo con nuestro esfuerzo no podemos hacer que crezcan o se desarrollen. Necesitan de la acción directa del Espíritu Santo para poder actuar con ellos.

SABIDURÍA: Nos permite entender, experimentar y saborear las cosas divinas, para poder juzgarlas rectamente.

ENTENDIMIENTO: Por él, nuestra inteligencia se hace apta para entender intuitivamente las verdades reveladas y las naturales de acuerdo al fin sobrenatural que tienen. Nos ayuda a entender el por qué de las cosas que nos manda Dios.

CIENCIA: Hace capaz a nuestra inteligencia de juzgar rectamente las cosas creadas de acuerdo con su fin sobrenatural. Nos ayuda a pensar bien y a entender con fe las cosas del mundo.

CONSEJO: Permite que el alma intuya rectamente lo que debe de hacer en una circunstancia determinada. Nos ayuda a ser buenos consejeros de los demás, guiándolos por el camino del bien.

FORTALEZA: Fortalece al alma para practicar toda clase de virtudes heroicas con invencible confianza en superar los mayores peligros o dificultades que puedan surgir. Nos ayuda a no caer en las tentaciones que nos ponga el demonio.

PIEDAD: Es un regalo que le da Dios al alma para ayudarle a amar a Dios como Padre y a los hombres como hermanos, ayudándolos y respetándolos.

TEMOR DE DIOS: Le da al alma la docilidad para apartarse del pecado por temor a disgustar a Dios que es su supremo bien. Nos ayuda a respetar a Dios, a darle su lugar como la persona más importante y buena del mundo, a nunca decir nada contra Él.


Oración al Espíritu Santo 

Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor; envía Señor tu Espíritu Creador y se renovará la faz de la tierra.
OH Dios, que quisiste ilustrar los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, concédenos que, guiados por este mismo Espíritu, obremos rectamente y gocemos de tu consuelo.
Por Jesucristo, nuestro Señor
Amén

Fuente: Catholic.net




Enlaces para profundizar en la Fiesta de Pentecostés en el sitio fuente Catholic.net

El Espíritu Santo sobre los apóstoles Evangelio meditado por P. Sergio Cordova LC

La gloria de la Trinidad en Pentecostés Catequesis del Papa Juan Pablo II


María en Pentecostés P. Antonio Rivero.

María despúes del día de Pentecostés El día de Pentecostés ¿también descendió el Espíritu Santo sobre María, igual que a los apóstoles? ¿Qué pasó después con ella?

Domingo de Pentecostés Meditación del P. Alberto Ramírez Mozqueda




La Conferencia Episcopal de Chile ha lanzado un Especial de Pentecostés para que los fieles de todas edades y condiciones puedan profundizar en la solemnidad de Pentecostés que celebra la Iglesia universal











Otros Especiales de Pentecostés:

Pentecostés Año litúrgico en www.vatican.va

Especial de Pentecostés www.encuentra.com

Especial por la Solemnidad de Pentecostés http://www.multimedios.org

Material didáctico para Pentecostés www.misiones.catholic.net



Pneumatología www.multimedios.org



"A MIS SACERDOTES" DE CONCEPCIÓN CABRERA DE ARMIDA. Cap. LXXXVII: La Iglesia, esposa de Jesús y de los sacerdotes

Mensajes de Nuestro Señor

Jesucristo a sus hijos predilectos.









LXXXVII

La Iglesia, esposa de Jesús y de los sacerdotes










"Para darme mi Padre a la Iglesia como Esposa, primero me crucificó.  En la Cruz fueron mis desposorios con Ella; esa inmolación me costó unirme con esa Esposa inmaculada.  Ahí también uní a todos mis sacerdotes futuros conmigo, para que unos en Mí, su Maestro, su Redentor y su Vida, tuvieran -transformados en - la misma Esposa purísima, con el deber de la misma fidelidad hacia Ella, con los mismos ideales hasta el fin de los siglos.  En ellos dejé mi vida apostólica para que distribuyeran los frutos de la Redención que conquisté para ellos y para toda la humanidad, con mi Sangre y con mi vida, en el Calvario.

Ahí fueron también los desposorios de los sacerdotes con la Iglesia. A mis dolores y a mi Sangre les deben el tener esa Esposa santa, la misma Mía, dada por el Espíritu Santo; en vista de que los sacerdotes seran unos conmigo, en la unidad de la Trinidad.

En aquella plegaria ternísima a mi Padre, en la última Cena, plegaria salida de lo más hondo de mi alma -en la que quise expresar a mis Apóstoles, y en ellos a mis sacerdotes futuros, toda la sublime ternura, la quinta esencia de mi amor hacia ellos-, pedí lo más grande, lo más bello que podía solicitar de mi Padre, que fuéramos uno, consumados en la unidad de la Trinidad.

Pero al elevar esa plegaria ardentísima que brotó de lo más profundo de mi amor, tenía presente a mi Iglesia, que al tomarla como Esposa, lo sería también de mis sacerdotes transformados, unos con mi Padre y con el Espíritu Santo, sublimados en la unidad divina de la Trinidad.

Desde la eternidad estaba destinada para mis sacerdotes esa Esposa, la Iglesia, brotada de mi Corazón en la Cruz.  Ahí nació, pura y bella, de mi costado, como Eva del costado de Adán, para que fuera madre de todos los cristianos, de las almas todas, para salvarlas por mis infinitos méritos que en su seno inmaculado deposité.

Yo me iba de la tierra con mi presencia sensible, pero me quedaba real y verdaderamente en la Eucaristía, en cada arteria de mi Iglesia, que son los sacramentos, y en su doctrina; me iba, pero me quedaba en cada uno de mis sacerdotes, otros Yo en la tierra, con la misma Esposa, con los mismos fines de caridad, con los ideales puros y santos de la salvación de las almas.

Les dejé mi Cuerpo para que se hicieran con Él un mismo cuerpo; les dejé mi Sangre para que formaran con Ella una misma sangre; mi Sacrificio incruento, que se repetirá hasta el fin de los siglos, para que se unieran mis sacerdotes a él, en un solo sacrificio e inmolación; les dejé mi doctrina para que la extendieran y salvaran a las almas; mis ejemplos, vivos y palpitantes, para que los imitaran y siguieran.

Les dejé a mi misma Madre, a mi mismo Espíritu, a mi mismo Padre que a todos estrecharía en sus brazos, al ver en ellos, no a muchos sacerdotes, como he dicho, sino a un solo Sacerdote en Mí.

¿Y por qué?,  ¿a qué se debe esa unidad de los sacerdotes en Mí y de todos en mi Padre?, ¿a qué se debe principalmente esa gracia? -A la ardiente plegaria que dirigí a mi Padre poco antes de mi Pasión.  Él no pudo hacerse sordo a los clamores de su Hijo amado que iba a agonizar y a morir para glorificarlo, y salvar al mundo, y con su vida comprar la Iglesia fundamento y camino único para la salvación.

Pero como esa Iglesia necesitaba obreros en su viña, era preciso que mi Padre me los diera, puros y santos, como lo ero Yo, que dije: "¿quién de vosotros me convencerá de pecado?"  Eso mismo deben decir mis sacerdotes; y lo podrán decir con verdad, si son otros Yo. 


Y para lograr esa pureza y ese parecido, no encontré cosa que más fielmente pudiera en mis sacerdotes representarme que la consumación de ellos en Mí por la unidad, que es la que mas asimila, la que más compenetra, la que más diviniza, lo único que necesitaba para morir tranquilo -en cuanto a mi amor- al verme representado fielmente en mis sacerdotes futuros, al atraer para ellos, en Mí, las mismas miradas de mi Padre, sus mismas complacencias, su misma fecundidad, su misma gloria para Él.  Porque en esa unidad, en esa consumación de la unidad en Mí, en esa transformación de ellos en Jesús, están encerradas sus complacencias.


Y mi Padre me lo concedió; no pudo menos que oírme, como siempre lo hace.  Y esa transformación se operó, desde la eternidad, en el ideal y en  la vocación del sacerdote en el entendimiento del Padre; se afirmó en María como ha dicho, al encarnarse el Verbo en su purísimo seno, al poner ahí el Padre, en Mí, aquella fibra amorosa de la vocación sacerdotal que se desarrollaría en Mí, único Sacerdote y único Salvador.

Clamé al Padre por esa gracia insigne al instituir el Sacramento de la Eucaristía; subió mi plegaria al Padre, poco antes de mi muerte, en la que pedía la consumación de dicha gracia.  Y en la primera Misa que se celebró en el mundo, en el arranque más grandioso del amor de un Dios a sus criaturas, se obró la perfecta transformación del sacerdote en Mí, haciéndolo otro Yo, por las palabras operativas y divinas de la consagración; y me quedé Yo en ellos y ellos en Mí, en momentos tan elevados y sublimes, que, aun después de tantos siglos, hacen temblar de admiración al cielo y conmueven terriblemente al infierno.

Y todo lo conquisté, todos los bienes los alcanzó el Dios-hombre; pero de i Padre celestial, que los derramó en Mí y por Mí a los demás.

Aquella plegaria de la consumación de la unidad en mi Padre y en Mí, no quedó estéril, sino que vinieron sus frutos a la tierra especialmente sobre mis sacerdotes, y por eso ellos son otros Yo; y de eso, sólo por eso, les dí a mi misma Esposa la Iglesia, pero con los mismos deberes de fidelidad y de purísimo amor hacia ella; con el deber de servirla, de consolarla, de darle hijos espirituales y santos, de extender su reinado, de respetar sus jerarquías, de constituir, aun en la tierra, aquella unidad que es eco de esa unidad santa, fecunda y purísima, de la unidad de los sacerdotes en Mí, de la única unidad en la Trinidad.

Todo lo que salga de esta unidad es diabólico; todo lo que no tienda a esa unidad es falso; todo lo que se aparte de esa unidad será nulo para el cielo; todo lo que rechace esa unidad estará condenado por mi Iglesia.

Los sacerdotes me deben pues vocación, María, Sangre, plegarias, vida, Esposa, transformación, y ese más que representarme en la tierra, el que sean otros Yo mismo en las Misas, el que sean otros Yo mismo en los sacramentos, el que deban ser otros Yo en todo instante y ocasión, que es lo que vengo buscando.

No solo quiero la transformación ya hecha y mas o menos desarrollada con la cooperación de los sacerdotes; sino la consumación de esa transformación para honor de mi Iglesia; porque en mis sacerdotes también Me ve mi Padre a Mí, único Sacerdote digno de tocarla y de repetir con toda pureza y santidad sus tesoros en las almas.

Cierto que para repartir esos tesoros los sacerdotes se revisten de Jesucristo, me representan a Mí, al Dios vivo hecho hombre; pero como he dicho, no me basta que sólo se vistan de Mí, sino que sean otros Yo mismo, en estos tiempos en que se necesita un salvador -ellos en Mí-- y que hagan como reaparecer, por sus virtudes, al mismo Salvador.

Cuido y velo por la honra y la gloria de mi Esposa, la Iglesia, que tanto me costó, que fue el premio que me dio mi Padre y que conquisté en la Cruz con dolores, ignominias y sufrimientos sin comparación. Y fue que compraba, más que con precio de oro, con el precio de mi vida, a aquella Esposa santa y salvadora por su unión Conmigo y que iba a ser Esposa extensiva, en su virginal fecundidad, de todos mis sacerdotes desde el primero hasta el último, pero con la condición indispensable de ser otros Yo mismo, único Esposo virginal y puro en donde todos se encerrarían.

Que mediten muy detenidamente esto mis sacerdotes; y como mis palabras obran, la Iglesia tendrá gran consuelo; y Yo, el santo gozo de que aumente la gratitud en el corazón de mis sacerdotes, al ver, al considerar, medir y pesar los innumerables beneficios que me deben y que muchos no conocen, ni su magnitud, ni su número, que es incalculable; porque las predilecciones de mi amor para con mis sacerdotes sólo en el cielo podrán contarse.

Que aumente en ellos, con estas consideraciones, su afecto a mi Iglesia, su fidelidad para con Ella y su celo santo por embellecerla con almas santas, por encumbrarla, por reparar las ofensas que se le hacen y consolar a su cabeza principal, el Papa, a quien tanto amo.

Todo lo cual lo conseguirán por su perfecta y consumada transformación en Mí".

UN SACERDOTE SALTEÑO, TESTIGO PRIVILEGIADO DE "MILAGRO EUCARÍSTICO"


  


Después de 19 años, el padre Alejandro Pezet habló por primera vez del tema. Se trata de una hostia sangrante con ADN humano y que es parte "del corazón estresado de una persona sufriente". Se conserva intacta en el tabernáculo de una iglesia porteña.

Han pasado casi dos décadas desde que se comenzó a investigar el sangrado de una hostia que, además, creció de tamaño. Esto ocurrió en 1996 y se necesitaron innumerables estudios e investigaciones para confirmar, científicamente, de qué se trataba.

Tras todo este tiempo se calificó como un milagro eucarístico, reconocido hace poco tiempo por el papa Francisco, en tanto el material se conserva intacto en el tabernáculo de la iglesia porteña de Santa María.

La sorprendente noticia de que a mediados de los 90 en una parroquia de Buenos Aires había ocurrido el milagro de una hostia que se había convertido en carne sangrante, pasó desapercibido para la mayoría. Fue con el correr del tiempo y las pruebas científicas que el Vaticano tomó otra posición al respecto y un sacerdote del interior salteño puede contarlo como testigo directo y privilegiado.

Ahora se conocieron nuevos testimonios que confirman este milagro. El sacerdote Alejandro Pezet, a cargo de la Parroquia Santa Rita de Casia, de Rosario de Lerma, y partícipe directo de esta cuestión fue quien recibió la hostia que una feligresa encontró en la parte trasera de la parroquia hace casi veinte años. En ese momento la guardó en un recipiente con agua en un sagrario y ocho días después, al abrirlo, todos observaron asombrados la transformación de la hostia.

Es necesario recordar que la hostia es, en la religión cristiana, un trozo de pan ácimo (sin levadura) de harina de trigo, con forma circular que se ofrece en la Eucaristía o Misa católica como ofrenda o sacrificio incruento.

Sobre esto dio detalles días atrás a la televisión italiana en el reconocido programa "La Strada dei Miracoli", de la cadena RETE 4 de ese país europeo, donde explicó el suceso de la hostia convertida en carne sangrante.

La hostia tiene ADN humano y "son parte del corazón estresado de una persona sufriente", según los científicos.

A partir del año 1996, cuando se conoció sobre esta identidad, la Iglesia fue muy reservada en darla a conocer públicamente. Por entonces, Jorge Bergoglio era obispo de la Arquidiócesis de Buenos Aires y, conocedor del tema como el resto de los prelados, mantuvo al resguardo los acontecimientos para no afectar la credibilidad de este milagro eucarístico.

"Todavía estoy asombrado por aquel episodio. Todavía tengo intacto aquel momento cuando al abrir el sagrario la hostia estaba sangrando. Conté los detalles como antes no lo había hecho a la televisión europea, porque el Vaticano me autorizó. El Papa lo hizo público también", le contó Pezet a El Tribuno, que, no con poco asombro, conoció sus declaraciones a la prensa italiana y fue a consultarlo.


Lo que se puede ver

En esa entrevista, el cura no mostró la secuencia fotográfica completa a las cuales, sin embargo, accedió El Tribuno. En una de las fotografías se puede observar la hostia sanguinolenta. Ocurrió durante los primeros días, cuando se descubre el milagro. Semanas después, el tamaño y textura de la hostia se asemejó a un trozo de carne sangrante que creció en tamaño. Son una veintena de fotos. Y todas impresionan e impactan. Este milagro eucarístico se conserva igual pese a los 19 años que han pasado y no ha sufrido descomposición visible. Está en el tabernáculo de la iglesia de Santa María, en el barrio de Almagro, pero no se expone al público por razones de conservación y seguridad. Solo se exhibe una de las fotos profesionales encargadas por aquel entonces por el exobispo Jorge Bergoglio.
Pezet sacó otras que nunca dio a conocer, pero sí realizó un análisis de la situación rodeado de sus colaboradores en su parroquia de Rosario de Lerma.


FUENTE: valoresreligiosos.com.ar/


MENSAJES DE MARÍA AL PADRE GOBBI



y la Segunda Venida de Cristo (3 de 3): Las revelaciones de la Santísima Virgen sobre el Libro del Apocalipsis.


A lo largo de la gran cantidad de mensajes de la Virgen María recibidos por el P. Gobbi, hay muchos que se refieren a su intención de llevar a sus hijos predilectos a la comprensión de la Divina Escritura. En particular, es sumamente importante destacar lo que aclara respecto del Libro del Apocalipsis, diciendo que “todo está ya predicho en él”, de donde surge el valor que tiene su estudio e interpretación, en especial a partir de la comprensión que surge de las revelaciones de la Madre:

24/4/1980: «Tened confianza, hijos predilectos. En los momentos presentes, tan cargados de oscuridad y de amenazas, mirad a vuestra Madre Celeste. Revelaré a vuestras almas el secreto de la Palabra, hecha Carne en mi seno materno. Os llevaré a la plena comprensión de la divina Escritura. Sobre todo, os leeré las páginas de su último Libro, que estáis viviendo. Todo está ya predicho en él, aun lo que todavía está por suceder. Está claramente descrita la batalla a la que os llamo, y está también preanunciada mi gran victoria.»

También encontramos severas advertencias respecto a las interpretaciones “modernas” de los evangelios:

25/3/1982: «En estos tiempos, el querer del Padre no se cumple, y la acción del Espíritu Santo es impedida al no aceptar el Evangelio de Jesús. Con frecuencia se ofrece de él una interpretación sólo humana, que tiende a excluir cualquier intervención sobrenatural. ¡Cuántos episodios se explican como leyenda o géneros literarios! Nunca como hoy, se da una interpretación del gran misterio de Dios tan mezquina y banal. Como consecuencia de esto, la fe de muchos se ha apagado y cada vez se difunden más en la Iglesia errores muy graves. Permaneceréis en la verdadera fe, sólo si dais vuestro perfecto asentimiento a todo cuanto se dice en el Evangelio de Jesús. Anunciadlo a la letra; vividlo a la letra. Entonces comprenderéis los misterios del Reino de Dios que están ocultos a los grandes y a los soberbios, pero que se revelan a los pequeños y humildes.»

Se acusa a la masonería eclesiástica de buscar interpretaciones del Evangelio con base exclusivamente racionalistas y naturales:

13/6/1989: «Jesús es el camino, que conduce al Padre por medio del Evangelio que nos ha dado como camino a recorrer para alcanzar la salvación. Jesús es Verdad, porque es Él –Palabra viviente­fuente y sello de toda la Revelación Divina. Entonces la masonería eclesiástica obra para oscurecer su Divina Palabra, por medio de interpretaciones naturales y racionales y, con el pretexto de volverla más comprensiva y aceptada, la vacía de todo contenido sobrenatural. Así es como se difunden los errores por todas partes dentro de la misma Iglesia Católica. La masonería eclesiástica favorece las exégesis que dan del Evangelio interpretaciones racionalistas y naturales, por medio de la aplicación de los varios géneros literarios, de manera que el mismo queda lacerado en todas sus partes. Al final se llega a negar la realidad histórica de los milagros y de Su resurrección y se pone en duda la divinidad misma de Jesús y su Misión Salvífica.»
Muy especialmente hay numerosos mensajes que revelan la verdad encerrada en diversos pasajes del Libro del Apocalipsis:

29/6/1983: «La Mujer vestida del Sol combate abiertamente con su ejército contra el ejército a las órdenes del Dragón rojo, a cuyo servicio se ha puesto la Bestia negra, venida del mar. El Dragón rojo es el Ateísmo marxista, que ha conquistado ya el mundo entero y ha llevado a la humanidad a construir una nueva civilización sin Dios. Por esto el mundo se ha convertido en un desierto árido y frío, sumergido en el hielo del odio y en las tinieblas del pecado y de la impureza. La Bestia negra es la Masonería, que se ha infiltrado en la Iglesia y la ataca, la hiere y trata de demolerla con su táctica solapada. Su espíritu se difunde por todas partes como una peligrosa nube tóxica, y conduce a la parálisis de la fe, apaga el ardor apostólico y aleja cada vez más de Jesús y de su Evangelio.»

Se identifica al “Dragón Rojo” con la acción del ateísmo marxista, que es el ejército puesto a su servicio, y a la “Bestia Negra” como la masonería infiltrada en la Iglesia.

Revela también María que la cadena que atará a Satanás e impedirá su maligna acción sobre el mundo será el Santo Rosario:

7/10/1983: «Hijos predilectos, en la batalla en que cada día estáis empeñados contra Satanás, y sus insidiosas y peligrosas seducciones contra el poderoso ejército del Mal, además del auxilio especial que os prestan los Ángeles del Señor, tenéis necesidad de usar un arma segura e invencible. Esta arma es vuestra oración. La soberbia de Satanás será una vez más vencida por la humildad de los pequeños, y el Dragón rojo se sentirá definitivamente derrotado y humillado, cuando Yo lo ate, no sirviéndome de una gruesa cadena, sino de una fragilísima cuerda: la del Santo Rosario.»

El tiempo en que Satanás será encadenado llegará antes de lo pensado:

9/10/1987: «Por último preparo el día, ya cercano, de vuestra liberación con la definitiva derrota del Dragón rojo, del ateísmo teórico y práctico, que ha conquistado el mundo entero. El tiempo de vuestra esclavitud está para terminar. Naciones de toda la tierra, ¡salid de la esclavitud y de la tiniebla e id al encuentro de Cristo que llega para instaurar entre vosotros su glorioso reino de amor! Ha llegado ya el momento en que Yo, la Mujer vestida del Sol, venceré al Dragón rojo, le encadenaré y le precipitaré en el infierno para que no pueda dañar más a la tierra. En efecto, la tierra será toda transformada en un nuevo Paraíso terrestre para la perfecta glorificación de la Santísima Trinidad.»
También María explica la interpretación de la persecución del Dragón Rojo a la Mujer vomitando un río de aguas, y su salvación por las dos alas del Águila:

6/5/1989: «¡Cuánto consuelo dais a mi profundo dolor; cuánta alegría proporcionáis a mi Corazón Inmaculado! Porque, por medio de vosotros que me habéis respondido, la devoción hacia Mí ya está refloreciendo en toda la Iglesia. De este modo Yo puedo ejercer, en estos vuestros tiempos, el gran poder que me ha sido dado por la Santísima Trinidad, para volver inofensivo el ataque que mi Adversario, el Dragón rojo, ha desencadenado contra Mí, vomitando de su boca un río de aguas para sumergirme. El río de aguas está formado por el conjunto de todas las nuevas doctrinas teológicas que han tratado de oscurecer la figura de vuestra Madre Celeste, de negar mis privilegios, de redimensionar la devoción para Conmigo, de ridiculizar a todos mis devotos. A causa de estos ataques del Dragón, en estos años la piedad hacia mí ha ido disminuyendo en muchos fieles y, en algunos lugares, ha desaparecido por completo. Pero han acudido en auxilio de vuestra Madre Celeste las dos alas de la gran águila. La gran águila es la Palabra de Dios, sobre todo la Palabra contenida en el Evangelio de mi Hijo Jesús. Las dos alas del águila son la Palabra de Dios acogida, amada y custodiada con la fe y la Palabra de Dios vivida con la Gracia y la Caridad. Las dos alas de la fe y la caridad –es decir de la Palabra de Dios acogida y vivida por Mí­me han permitido volar por encima del río de aguas de todos los ataques dirigidos contra Mí, porque han manifestado al mundo mi verdadera grandeza. He aquí la misión que Yo he preparado para el ejército que me he formado en todas partes del mundo con mi Movimiento Sacerdotal Mariano: dejarse transportar conmigo sobre las dos alas de la gran águila, es decir, de la fe y de la caridad, acogiendo con amor, en estos vuestros tiempos, y viviendo la sola Palabra de Dios. Los grandes prodigios que Yo realizo hoy en el desierto en el que me encuentro, son los de transformar completamente la vida de mis pequeños hijos, para que se vuelvan valientes testimonios de fe y luminosos ejemplos de santidad.»

La misión de María con sus hijos predilectos es de hacer que también ellos sean llevados por la fe y la caridad al desierto donde se encuentra la Madre Celeste, para ser transformados y llevados a la santidad completa. Interpretamos que la Virgen aquí se refiere a la preparación de los santos que luego serán arrebatados (figura de ser transportados por las dos alas del águila) al encuentro con Jesús, y en el Cenáculo figurado por el Corazón Inmaculado de María vivirán la sobrenatural experiencia de la efusión del Espíritu Santo en el nuevo Pentecostés, que transformará completamente sus vidas para que sean los instrumentos de Jesús para instaurar su Reino en la tierra.

En otro mensaje se define la acción de la Bestia negra y de los títulos escritos sobre cada cabeza de la bestia:

3/6/1989: «A las siete virtudes teologales y cardinales, que son el fruto de vivir en Gracia de Dios, la masonería opone la difusión de los siete vicios capitales, que son el fruto de vivir habitualmente en estado de pecado. A la fe, aquella opone la soberbia; a la esperanza, la lujuria; a la caridad, la avaricia; a la prudencia, la ira; a la fortaleza, la pereza; a la justicia, la envidia; a la templanza, la gula. Aquél que llega a ser víctima de los siete vicios capitales es conducido gradualmente a abandonar el culto debido al único Dios, para darlo a falsas divinidades, que son la personificación misma de todos estos vicios. En esto consiste la blasfemia más grande y horrible. He aquí por qué sobre cada cabeza de la bestia hay escrito un título blasfemo. Cada logia masónica tiene la tarea de hacer adorar una divinidad distinta. El objetivo de las logias masónicas, hoy, es el de actuar con gran astucia, para llevar a la humanidad en todas partes a despreciar la Santa Ley de Dios, en obrar en abierta oposición a los diez Mandamientos, a sustraer el culto debido al único Dios para darlo a los falsos ídolos, que son exaltados y adorados por un número creciente de hombres: la razón, la carne, el dinero, la discordia, el domino, la violencia, el placer. De esta manera las almas son precipitadas en la tenebrosa esclavitud del mal, del vicio y del pecado, y, en el momento de la muerte y del juicio de Dios, en el estanque de fuego eterno que es el infierno.»

Otro pasaje del Apocalipsis, “la marca en la frente y en la mano” (Apocalipsis 13,16­17) es aclarado en su sentido:

8/9/1989: «La marca en la frente y en la mano es expresión de una total dependencia de quien es marcado por este signo. El signo significa a aquél que es enemigo de Cristo, es decir, el Anticristo, y su marca cuando es impresa significa la completa pertenencia de la persona signada al ejército de aquel que se opone a Cristo y lucha contra su Divino y Real Dominio.

La marca es impresa en la frente y en la mano.

La frente indica la inteligencia, porque la mente es la sede de la razón humana. ­La mano expresa la actividad humana, porque es con sus manos que el hombre actúa y trabaja. Por lo tanto, es la persona la que es marcada con el sello del Anticristo en su inteligencia y en su voluntad. Quien permite ser señalado con la marca en la frente es conducido a acoger la doctrina de la negación de Dios, del rechazo de su Ley, del ateísmo, que en estos tiempos, es cada vez más difundido y propagado. Y así, es impulsado a seguir las ideologías hoy de moda y a hacerse propagador de todos los errores. Quien permite ser señalado con la marca en la mano es obligado a actuar de una manera autónoma e independiente de Dios, ordenando la propia actividad a la búsqueda de bienes solamente materiales y terrenos. De este modo sustrae su acción al designio del Padre que quiere iluminarla y sostenerla con su Divina Providencia; al amor del Hijo, que hace de la fatiga humana un medio precioso para su misma redención y santificación; al poder del Espíritu Santo que actúa por doquier para renovar interiormente a cada criatura,»

La Virgen revela también el significado de “La Mujer vestida de sol” y de su corona de 12 estrellas (Apocalipsis 12,1):

8/12/1989: «Hijos predilectos, contemplad hoy, el candor inmaculado de vuestra Madre Celeste. Al principio soy anunciada como la enemiga de Satanás, la que obtendrá sobre él la completa victoria. «pondré enemistades entre ti y la Mujer, entre tu descendencia y la suya; Ella te aplastará la cabeza, mientras tú tratarás de morder su talón». Al final soy vista como la Mujer vestida de Sol, que tiene la misión de combatir contra el Dragón Rojo y su poderoso ejército, para vencerlo, ligarlo y arrojarlo a su reino de muerte, para que en el mundo pueda reinar solamente Cristo. Heme aquí entonces presentada por la Sagrada Escritura con el fulgor de mi maternal realeza: “y aparecerá en el Cielo otra señal: una Mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”. En torno a mi cabeza hay, pues, una corona de doce estrellas. La corona es el signo de la realeza. La misma está compuesta por doce estrellas, porque se convierte en el símbolo de mi materna y real presencia en el corazón mismo del pueblo de Dios. Las doce estrellas indican las doce tribus de Israel, que componen el pueblo elegido, escogido y llamado por el Señor para preparar la venida al mundo del Hijo de Dios y del Redentor. Las doce estrellas significan también los doce Apóstoles que son el fundamento sobre el cual Cristo ha fundado su Iglesia. Me he encontrado a menudo con ellos, para estimularlos a seguir y a creer en Jesús durante los tres años de su pública misión. En su lugar, Yo estuve bajo la Cruz, junto con Juan, en el momento de la crucifixión, de la agonía y de la muerte de mi Hijo Jesús. Soy así la Madre y Reina de los Apóstoles que, en torno a mi cabeza, forman doce estrellas luminosas de mi materna realeza. Soy Madre y Reina de toda la Iglesia. Las doce estrellas significan además una nueva realidad. El Apocalipsis, en efecto, me ve como un gran signo en el cielo: la Mujer vestida del Sol, que combate al Dragón y a su poderoso ejército del mal. Entonces, las estrellas en torno a mi cabeza indican a aquellos que se consagren a mi Corazón Inmaculado, forman parte de mi ejército victorioso, se dejan guiar por Mí para combatir esta batalla y para obtener al final nuestra mayor victoria. Así, todos mis predilectos y los hijos consagrados a mi Corazón Inmaculado, llamados hoy a ser los apóstoles de los últimos tiempos, son las estrellas más luminosas de mi real corona. Las doce estrellas que forman la luminosa corona de mi materna realeza, están constituidas por las doce tribus de Israel, por los Apóstoles y por los Apóstoles de estos vuestros últimos tiempos.»

Finalmente hay un mensaje que condensa la intención de la Virgen Santísima respecto a la interpretación del Libro del Apocalipsis:

5/8/1995: «Por la senda de mis mensajes os llevo a la comprensión de aquello que está escrito en el Libro todavía sellado. Muchas páginas de cuanto contiene el Apocalipsis de San Juan ya os han sido explicadas por Mí. Sobretodo os he indicado la gran batalla que se desenvuelve entre la Mujer vestida del Sol y el Dragón Rojo, ayudado por la bestia negra, es decir, la masonería. También os he desvelado las solapadas y diabólicas insidias tejidas contra vosotros por la masonería, que ha entrado en el interior de la Iglesia y ha puesto el centro de su poder allí donde Jesús puso el centro y el fundamento de su unidad. No os turbéis, porque esto forma parte del misterio de iniquidad, que la Iglesia conoce bien desde su nacimiento. En efecto, también en el Colegio Apostólico entró Satanás, que empujó a Judas, uno de los doce, a convertirse en traidor. En estos vuestros tiempos, el misterio de iniquidad se está manifestando en toda su terrible potencia.»


FUENTE: profeciasyrevelaciones.blogspot.com/

EL HOMBRE DEBERÍA TEMBLAR

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San Francisco de Asís